Kunōzan Tōshō-gū: Donde yace Don Tokugawa Ieyasu, el origen del magnífico estilo «Gongen-zukuri».

El Kunōzan Tōshōgū, situado en el distrito de Suruga, ciudad de Shizuoka, es un lugar sagrado que puede considerarse el «punto de origen» de todos los Tōshōgū del país, donde se venera al Señor Tokugawa Ieyasu, primer shōgun del shogunato Edo. Ubicado en la cima del monte Kunō, con vistas a la bahía de Suruga, su historia, belleza arquitectónica y las numerosas historias relacionadas con Tokugawa Ieyasu nunca dejan de cautivar a sus visitantes.

La última voluntad de Tokugawa Ieyasu y el nacimiento del Tōshōgū

El monte Kunō ha sido testigo de numerosos cambios históricos; antiguamente, alrededor del siglo VII, albergó un templo llamado Kunō-ji, fundado por Hata Kunō Tadanori, y posteriormente, Takeda Shingen construyó allí el castillo de Kunōzan. Se dice que Tokugawa Ieyasu consideraba este monte de tal importancia que lo llamó el «recinto principal del castillo de Sunpu». En el año Genna 2 (1616), al concluir su vida de 75 años, Ieyasu legó como última voluntad «enterrar sus restos en el monte Kunō». En cumplimiento de este deseo, el segundo shōgun, Tokugawa Hidetada, ordenó la construcción de los edificios del jinja con una rapidez asombrosa, en tan solo un año y siete meses. Este fue el comienzo del actual Kunōzan Tōshōgū.

El arquetipo del espléndido y lujoso estilo «Gongen-zukuri»

Los edificios del jinja del Kunōzan Tōshōgū se caracterizan por su estilo arquitectónico llamado «Gongen-zukuri», que conecta el honden (salón principal), el ishi no ma (pasillo de piedra) y el haiden (salón de oración), y por su policromía de vivos colores y lacado total. Este estilo se convirtió en el prototipo de la arquitectura de los Tōshōgū en todo el país, incluido el Nikkō Tōshōgū.

El maestro artesano Nakai Yamato-no-kami Masakiyo, quien también trabajó en el castillo de Nijō y el castillo de Nagoya, fue el encargado de la construcción de los edificios del jinja. En ellos se combinan las mejores técnicas arquitectónicas y artesanales de los primeros tiempos del shogunato Edo, y tanto el honden, el ishi no ma como el haiden fueron designados Tesoros Nacionales en 2010 (Heisei 22).

Historias y misterios ocultos en los edificios del jinja

Los edificios del jinja del Kunōzan Tōshōgū albergan numerosas tallas y decoraciones dignas de admiración. Por ejemplo, en el kohai (porche de entrada) del haiden, se encuentra grabada la historia china «Sima Wen-gong rompe la vasija». Esta narra cómo el joven Sima Wen-gong rompió una vasija para salvar a un amigo que había caído en ella, y se dice que en esta talla está plasmada la filosofía de Tokugawa Ieyasu de respetar la vida.

Además, en los herrajes decorativos de los edificios del jinja, se pueden observar innumerables emblemas «Aoi no Gomon», el escudo familiar de los Tokugawa. Pero existe un misterio: se dice que entre ellos se esconde un único «Aoi invertido». Se cree que esto simboliza el deseo de que «el edificio aún está incompleto y tiene margen para un mayor desarrollo».

La espada favorita de Tokugawa Ieyasu y un reloj occidental único en el mundo

El Museo Kunōzan Tōshōgū, dentro del recinto del santuario, alberga más de 2.000 objetos relacionados con Tokugawa Ieyasu. Entre ellos destacan la armadura «Shida Gusoku», que se dice que Ieyasu usó en la Batalla de Sekigahara, y su espada favorita, «Sohayanotsurugiutsusunari», sobre la cual se cuenta que Ieyasu, dos días antes de morir, ordenó probar su filo, y tan impresionado quedó con su agudeza que legó que fuera venerada como shintai (objeto de culto).

Además, es imprescindible ver el «reloj occidental» que se dice que fue un regalo del Rey Felipe III de España a Tokugawa Ieyasu. Su mecanismo original se conserva intacto, lo que lo convierte en una pieza excepcional y de gran valor a nivel mundial.

Acceso y vistas espectaculares

Generalmente, para llegar al Kunōzan Tōshōgū, se toma el teleférico desde la cima de Nihondaira. Durante el trayecto de unos 5 minutos, se despliegan vistas espectaculares de la bahía de Suruga y la península de Izu, y en días claros, incluso se puede admirar el Monte Fuji.

Para aquellos con confianza en su condición física, también existe la opción de elegir la ruta Omotesandō, que consiste en subir los 1.159 escalones de piedra desde la base del monte Kunō.

El Kunōzan Tōshōgū, donde el espíritu de Tokugawa Ieyasu sigue vivo. Su magnífica arquitectura, sus historias ocultas y las majestuosas vistas que se extienden a sus pies, sin duda, brindarán a los visitantes una profunda emoción y un aura histórica inolvidable.

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